viernes, 30 de septiembre de 2011

Agur, Robin, agur...

Se suele decir que a los perros que conviven en casa se les quiere como si fueran personas…Yo no lo creo; yo creo que se les quiere como se les quiere a los perros y que es así como hay que quererlos. Lo que sucede es que se les quiere mucho, doy fe… Agur, Robin.

Querido Robin
No sabes cuánto te echo de menos…Esta mañana he vagado por casa, por tu casa, sin saber muy bien qué hacer; he intentado distraerme. Ya sabes: largo desayuno, periódico, correo electrónico, esas cosillas de todos los días que una hace ritualmente. Luego, siempre nos íbamos de paseo; a veces reñíamos, cómo no. Antes más, reconoce que cuando eras joven a veces te ponías muy chulo; te llevabas fatal con tus vecinos cuadrúpedos y había que andarse al loro para que no te enzarzaras en una pelea…No te creas, que me has hecho pasar mis malos ratos a cuenta de esa manía tuya de querer ser el amo del barrio; ponías el rabo bien tieso y ¡hala, ya estaba el lío montado…! La verdad es que tenías un rabo precioso, bueno, tenías un pelo muy, muy bonito, sedoso y largo…Te gustaba mucho que te acariciáramos, te ponías panza arriba y no nos podíamos resistir, eras un seductor…
¿Te acuerdas cuando llegaste a casa? Eras un enano, un conglomerado de patas, pelos y orejas sedosas; un cachorrete juguetón y cálido, loco, loco…muy divertido. Te encontraste aquí con dos colegas todavía muy niños; fíjate si eran pequeños que casi no se acuerdan de cuando tú no estabas. ¡Jo, qué cara pusieron cuando te vieron por primera vez! ¿Te lo he contado…? Bueeenooo, eran todo ojos y manos; te achuchaban incrédulos una y otra vez. Y tú, al principio un poco asustado, pero te duró un asalto la timidez; pronto comprendiste que esta era tu casa y ellos, nosotros, tu familia. Y fíjate, aquellos críos han crecido contigo; se han hecho hombres, porque hay que reconocerlo: si les quedaba algo de infancia, que va a ser que no, se ha ido contigo…Claro, has estado diecisiete años con nosotros; son muchos para un perro, incluso para un perro como tú, no seas chulo…En estos años ha habido de todo, como en todas las casas y tú has formado parte de esta familia, como uno más. Hemos tenido momentos muy buenos y otros malillos, es lo que hay. A veces igual no has entendido algunas cosillas, es que las personas somos muy raras, chico, qué quieres que te diga. Pero mira, en los malos momentos siempre sabías estar para ofrecernos tu compañía, un buen lametazo a tiempo, o esa mirada tuya de incondicional amigo…
Los últimos días han sido difíciles, Robin, ¡estabas tan cansado! No podíamos verte así, tú, siempre tan activo; incluso semanas antes, a pesar de que la edad ya no te permitía muchas alegrías, había que insistirte para volver a casa porque siempre te parabas a olisquear interminablemente tus rincones favoritos…Así que ayer fue un día muy triste, te acompañamos hasta el final porque te lo merecías, no íbamos a dejarte solo en esos momentos. Volver a casa no fue mejor, ya te imaginas, retiramos tu cojín y guardamos tu correa y tu collar; nos tragamos la pena y…
Bueno, que la vida sigue, Robin, siempre sigue, a pesar de que nos vamos dejando trocitos de nosotros mismos en cada despedida. Muchas gracias, perrillo bueno, pezuñitas, colega, amigo, te echaremos de menos…Besos.

A mí, Serrat siempre me vale; os dejo con "Malasangre"



2 comentarios:

  1. Marilis, gracias por compartir; un episodio similar me sucedió hace ya bastantes años, con tu relato he revivido y me ha servido para que una vez más le dé un beso a mi gran amigo, mi querido Zubay.
    Seguro que ambos están juntos¡¡¡¡¡¡

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  2. ¡De nada! Un día de estos os presento a mi nueva colega: se llama Nola. Es una peluchona preciosa que acabamos de adoptar y
    me tiene loca! ¡Es tan buena y tan bonita, mi Nola!

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